Carta abierta al Gobierno de Brasil como presidencia entrante de la COP30

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Las organizaciones firmantes saludan a Brasil como país anfitrión y futura Presidencia de la COP30 en Belém. Esta cumbre representa una oportunidad histórica para repensar la gobernanza climática hacia una arquitectura global más ambiciosa, justa, eficaz y capaz de responder a la magnitud de la crisis climática y a las profundas desigualdades estructurales que la exacerban. El liderazgo de Brasil será crucial para restablecer la confianza en el proceso multilateral y sentar las bases para una acción global verdaderamente transformadora.
El camino hacia la COP30, marcado por la Hoja de Ruta de Bakú a Belém del Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG), destaca la urgente necesidad de movilizar al menos 1,3 billones de dólares anuales de financiamiento climático. Esta cifra debe entenderse como un punto de partida, no como una meta final, para garantizar la implementación efectiva de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs), los Planes Nacionales de Adaptación (NAPs) y los compromisos para una transición justa. Las NDCs, instrumentos clave del Acuerdo de París, no pueden implementarse sin recursos predecibles, adecuados y accesibles para los países en desarrollo.
Sin embargo, actualmente enfrentamos brechas críticas: el financiamiento climático aún se entrega predominantemente en forma de instrumentos de deuda, la adaptación continúa recibiendo una proporción insuficiente del financiamiento disponible, y existe una distribución desigual de los recursos a nivel regional y nacional. A nivel mundial, la adaptación representa menos del 30% del financiamiento climático total (SCF, 2024), y en regiones como América Latina y el Caribe, más del 90% del financiamiento climático se canaliza a través de préstamos, mientras que los flujos financieros hacia sectores con altas emisiones de carbono aún superan ampliamente los dirigidos a alternativas sostenibles (GFLAC, 2024). Esta situación no solo socava los esfuerzos locales y regionales, sino que también limita la acción transformadora a escala global.
En este contexto, hacemos un llamamiento a la presidencia brasileña para que garantice que el documento final de la Hoja de Ruta Bakú-Belém incorpore al menos los siguientes elementos:
Adaptación como prioridad global: El compromiso de duplicar el financiamiento para la adaptación sigue sin cumplirse y debe traducirse en compromisos claros, verificables y urgentes. Es hora de avanzar hacia un aumento sustancial del financiamiento para la adaptación, principalmente mediante donaciones, acceso directo y mecanismos libres de deuda, priorizando a los países en desarrollo y a las comunidades más vulnerables. La resiliencia debe ser un elemento central de la cooperación internacional y la acción climática global, y, por lo tanto, un elemento central de la Hoja de Ruta.
Transición energética justa: La descarbonización debe ser sinónimo de justicia. Es fundamental avanzar hacia sistemas energéticos renovables, asequibles, accesibles y sostenibles que respeten los Derechos Humanos como parte fundamental del objetivo de la Hoja de Ruta. Instamos a Brasil a promover la eliminación progresiva de los subsidios a los combustibles fósiles y el cese del financiamiento climático para proyectos con altas emisiones de carbono, incluyendo un plan de eliminación de subsidios con plazos definidos, comenzando con la publicación de un inventario exhaustivo de subsidios perjudiciales, así como informes periódicos sobre el progreso en su eliminación gradual. En este marco, las inversiones en gas y biocombustibles basados en monocultivos, que actualmente están aumentando en todo el mundo, no deben considerarse financiamiento climático. También promovemos el fortalecimiento de los marcos regulatorios que garanticen la participación efectiva de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales en la toma de decisiones y el acceso al financiamiento climático y de la naturaleza.
Sinergias entre clima y biodiversidad como la mayor oportunidad de la COP30: Proteger el clima significa proteger la vida en todas sus formas. La COP30 debe promover la convergencia efectiva entre la agenda climática y el Marco Mundial de Diversidad Biológica Kunming-Montreal, evitando la doble contabilización de los fondos destinados a ambas agendas, pero incrementando el volumen total de financiamiento y garantizando que el mismo sea de alta calidad, caracterizado por el acceso directo, el respeto de los derechos de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales, y con un enfoque en la conservación y restauración de los ecosistemas.
Financiamiento público como motor para acelerar las transformaciones: Es necesario asegurar un papel sólido y eficaz de las finanzas públicas en el marco de la Hoja de Ruta Bakú-Belém, incluyendo esfuerzos para mejorar la generación de ingresos mediante políticas fiscales efectivas, como la imposición de impuestos a las actividades contaminantes y a la riqueza acumulada mediante la explotación de la naturaleza. Estos esfuerzos también deben apuntar a movilizar recursos privados con base en los principios de sostenibilidad y respeto a los Derechos Humanos.
Alineación de los sistemas tributarios con los objetivos ambientales y climáticos: Brasil presidirá la COP30 y la Plataforma Regional de Cooperación Tributaria para América Latina y el Caribe (PTLAC) a partir de junio de 2025. La PTLAC, así como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cooperación Tributaria Internacional, son espacios clave para promover el principio de que quien contamina paga, así como para fortalecer la tributación de los ultra ricos, lo cual puede formar parte de la Hoja de Ruta. Esto se puede lograr mediante una cooperación tributaria internacional justa e inclusiva, así como la adopción de impuestos progresivos a nivel nacional.
Reforma del sistema financiero internacional: Apoyamos firmemente los llamamientos globales para la transformación estructural del sistema financiero internacional. Las instituciones financieras internacionales y los bancos multilaterales de desarrollo deben alinear todas sus acciones con los objetivos del Acuerdo de París, considerando especialmente las necesidades de los países en desarrollo, en el contexto de la Hoja de Ruta de Bakú-Belém y en consonancia con el objetivo a largo plazo establecido en el Artículo 2.1.c de París. En este marco, también deben promoverse mecanismos multilaterales para aliviar la carga de la deuda soberana de los países en desarrollo y redirigir esos recursos hacia la acción climática. La COP30 representa una oportunidad decisiva para avanzar hacia una gobernanza financiera más justa, equitativa y democrática.
Participación plena de la sociedad civil: La acción climática no puede construirse sin la voz y el liderazgo de la sociedad civil, tanto de los países desarrollados como, especialmente, de los países en desarrollo. Debe garantizarse la participación informada, activa y significativa de las mujeres, los jóvenes, los Pueblos Indígenas, los afrodescendientes y las comunidades vulnerables a todos los niveles, con mecanismos de consulta, representación y acceso directo en el diseño e implementación de la Hoja de Ruta Bakú-Belém y todos sus resultados.
Acceso directo, especialmente para los Pueblos Indígenas: La Hoja de Ruta debe garantizar mecanismos claros para el acceso directo al financiamiento, en particular para los Pueblos Indígenas, incluyendo acciones afirmativas, cuotas específicas y líneas de financiamiento específicas, priorizando las iniciativas colectivas definidas y lideradas por los Pueblos Indígenas.
El Gobierno de Brasil tiene la oportunidad -y la responsabilidad- de marcar un antes y un después en la historia de las negociaciones climáticas. Desde la sociedad civil global, acompañaremos, exigiremos y aportaremos propuestas para garantizar que la COP30 en Belém sea recordada como el momento en que la comunidad internacional se atrevió a actuar con la urgencia, la ambición y la equidad que el planeta exige.


