El fallecimiento del Papa Francisco deja una profunda huella en la historia reciente de la humanidad, especialmente para quienes han dedicado su vida a la justicia social, la defensa del medio ambiente y la construcción de un mundo más fraterno. Para Redes Chaco, su mensaje y su compromiso representan una guía que seguirá inspirando los esfuerzos por una región más justa, sostenible y unida.

Desde sus primeros años como pontífice, Francisco llamó la atención sobre la crisis ambiental y social que atraviesa el planeta. En su encíclica Laudato Si’ denunció con fuerza las consecuencias de un modelo de desarrollo que descarta a las personas y a la naturaleza. Para él, la degradación del ambiente y la injusticia social son dos caras de la misma moneda. Su mensaje encontró eco inmediato en el corazón del Gran Chaco, una región rica en diversidad pero marcada por profundas desigualdades.

Redes Chaco, desde su nacimiento, ha trabajado por una visión similar: la defensa integral del territorio, el respeto a las culturas originarias, y la construcción de consensos a través del diálogo, incluso entre partes con profundas diferencias. Esta coincidencia de principios se hizo tangible en 2016, cuando Pablo Frere, entonces secretario general de Redes Chaco, entregó personalmente al Papa una carta donde se expresaba la preocupación y el potencial de esta región sudamericana.

Años más tarde, en una iniciativa histórica nace la Red Eclesial del Gran Chaco y el Acuífero Guaraní, promovida por el propio Papa Francisco. Esta red se propuso tejer puentes entre comunidades, iglesias, organizaciones y territorios, para impulsar procesos de transformación social con enfoque ambiental, cultural y humano.

Hoy, frente a su partida, el Papa Francisco deja al Gran Chaco un legado que interpela e inspira: cuidar la casa común, dar voz a quienes no la tienen, y buscar caminos de paz por medio del encuentro. Desde Redes Chaco asumimos con renovado compromiso esta herencia, sabiendo que su ejemplo seguirá marcando el camino hacia una región donde el desarrollo no se mida sólo en términos económicos, sino en el bienestar de la tierra y sus pueblos.