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EL GRAN CHACO Y SU APORTE AL SISTEMA HÍDRICO, CONSERVACIÓN DE LOS BOSQUES Y REGULACIÓN DEL CLIMA

Un llamado a la acción desde la segunda ecorregión más importante luego de la Amazonia para América Latina
Durante marzo se conmemoran tres fechas que invitan a reflexionar sobre los desafíos ambientales más urgentes: el Día del Agua, el Día de los Bosques y el Día del Clima. Estos recordatorios globales subrayan la importancia de actuar frente al cambio climático y reconocer el rol vital que cumplen los ecosistemas naturales. En este contexto, el Gran Chaco Americano —una vasta región que abarca parte de Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil— se posiciona como un actor estratégico en la regulación climática global.
“Cuando tenés una masa boscosa tan grande como la del Gran Chaco, ésta actúa como una esponja natural, ayudando a infiltrar el agua, recargar acuíferos y sostener ríos como el Pilcomayo, el Bermejo y la cuenca del Parapetí. Además, regula el clima, conserva biodiversidad y protege a las comunidades”, explica Marcela Zamora, responsable Chaco de la organización boliviana NATIVA.
El Gran Chaco es la segunda selva tropical más extensa de América, y desempeña un papel importante en la captura de carbono, la producción de oxígeno y la regulación del ciclo hídrico. También está conectado ecológicamente con la Amazonía, compartiendo biodiversidad y funciones esenciales para el equilibrio climático de toda la región.

Este territorio alberga más de 4.000 especies de plantas, 500 de aves, 150 mamíferos, 170 reptiles y 100 anfibios. Y, lo más importante, es hogar de más de 30 pueblos indígenas y cerca de 9 millones de personas, cuyas vidas están estrechamente ligadas a la tierra y sus recursos.
Sin embargo, la región enfrenta amenazas crecientes: deforestación acelerada, agricultura extensiva y megaobras de infraestructura que no siempre consideran el equilibrio ecológico. La expansión sin control pone en riesgo un ecosistema invaluable y los beneficios ambientales que provee.
“El Gran Chaco pasó de ser una frontera olvidada a convertirse en un punto de conexión vital entre el Atlántico y el Pacífico. Hoy es un territorio estratégico para la geopolítica, la biodiversidad y la producción”, reflexiona Alejandro Brown, ecólogo experto en desarrollo sostenible y presidente de ProYungas.
Según Brown, este nuevo posicionamiento trae beneficios —como infraestructura y conectividad—, pero también grandes desafíos: fragmentación de hábitats, migraciones internas, transformación de usos del suelo. “Necesitamos más vínculos, mejores oportunidades y condiciones que hagan posible que la gente quiera quedarse en su tierra y no verse obligada a migrar”, señala.
Desde Redes Chaco, en la articulación de más de 250 organizaciones de Argentina, Bolivia y Paraguay, se impulsan múltiples iniciativas que buscan equilibrar producción y conservación. Programas como Impacto Verde, El Futuro Está en el Monte, Nanum Mujeres Conectadas, entre otros, promueven prácticas sostenibles y fomentan el liderazgo de las comunidades locales en la gestión de su territorio.

“Acceso al agua, estaciones de información climática, participación de actores locales y articulación entre gobiernos, sociedad civil y sector privado son de máxima importancia para construir desarrollo con inteligencia y sensibilidad”, destaca Verena Friesen, de la organización Sombra de Árbol.
Además, resalta la importancia de contar con caminos y conexiones adecuadas: “El camino siempre hace falta, siempre es bienvenido y necesario”, afirma. “Las rutas, los caminos, las conexiones y la información son fundamentales para trabajar mejor con las comunidades locales que viven en los», expresó Friesen.

Este tipo de infraestructura, cuando se piensa desde una perspectiva territorial y con enfoque social, permite no solo mejorar la calidad de vida de las poblaciones, sino también prevenir impactos ambientales y sociales que podrían agravarse con el cambio climático.
A pesar de los desafíos, el Gran Chaco sigue siendo un ejemplo de resistencia y potencial. Visibilizar su valor, fortalecer las redes locales y acompañar con políticas públicas que integren saberes y necesidades del territorio son pasos indispensables para que esta región siga siendo un pulmón para el planeta y un hogar para sus pueblos.