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CUANDO EL CONOCIMIENTO NACE DE LA TIERRA: LOS PUEBLOS INDÍGENAS AL CENTRO DE LA TRANSFORMACIÓN

Don Enrique Bedascarrasbure, referente del desarrollo territorial y coordinador en el proyecto Impacto Verde de Redes Chaco, sostiene con convicción que el conocimiento nace de la observación del territorio y de la experiencia vivida en él.

“El apicultor no puede ser apicultor si no logra entender el ambiente en el que está. Y eso lo transforma en un guardián del ambiente”, expresó Bedascarrasbure. Para él, esta comprensión profunda no se adquiere en manuales sino en el día a día, en el diálogo constante con la naturaleza y la comunidad. Esta visión, que se construye desde la experiencia, define la esencia del proyecto Impacto Verde, financiado por la Unión Europea e impulsado por Redes Chaco.

Desde esta perspectiva y construcción de resiliencia e innovación productiva la trasladamos a los pueblos y comunidades indígenas quienes lejos de ser simples guardianes de tradiciones pasadas, las comunidades indígenas son fuentes vivas de conocimiento territorial. Su relación con el ambiente no es utilitaria, sino profundamente espiritual, simbólica y funcional. Conocen cada planta, cada estación, cada animal. Y no solo los conocen, los respetan. Sus prácticas de agricultura, medicina, caza, recolección y organización social están íntimamente ligadas al equilibrio de los ecosistemas.

“Tenemos respeto a la madre naturaleza, respeto al monte, respeto al río a uno mismo, respeto a todo el universo.  Nuestras creencias parten desde el conocimiento que nos han ido compartiendo nuestros abuelos.  Nosotros tenemos una visión desde nuestros pueblos, de nuestra comunidad”, nos dice Luisa Retamoso, artesana weenhayek boliviana.

Es precisamente en este contexto que desde Redes Chaco con el proyecto Impacto Verde se impulsa los “hubs territoriales”, espacios colaborativos donde se gestiona y produce conocimiento en torno a diversas cadenas de valor como la apicultura, la artesanía de la cual forma parte Norma, la ganadería regenerativa, el algarrobo y el turismo rural. A través de estas experiencias, se busca articular prácticas productivas con tecnologías, mercados y actores sociales, sin perder de vista el entorno cultural y ecológico que les da origen.

Otro ejemplo a compartir en el día de los pueblos indígenas es el trabajo que está desarrollando con la harina de algarrobo que para Gonzalo Robledo que articula el Hub de producción de frutos del monte afirma que el conocimiento se construye desde abajo y que las comunidades del territorio han sido las primeras en reconocer el valor del algarrobo, aunque hoy muchas ven cómo sus saberes se pierden por el avance de modelos alimentarios urbanos.

“MAPIC busca recuperar y articular estos conocimientos ancestrales con el saber técnico-científico, en una sinergia que incluye capacitación, buenas prácticas de cosecha, almacenamiento y procesamiento, asegurando productos seguros y de alta calidad”, señala Robledo