LOS HUMEDALES SON IMPORTANTES… LA LEY QUE PRETENDE PROTEGERLOS NO NECESARIAMENTE!!
Por: Alejandro Diego Brown, Presidente Fundación ProYungas
(2 de Febrero- Día Mundial de los Humedales)
En primer lugar, y como ya lo mencioné en otras oportunidades, en un país bastante poco apegado a cumplir las normas, incluido el propio Gobierno, esal menos curioso que cuando queremos resolver un tema, entre ellos el ambiental, queremos recurrir a normativas como la alternativa única y viable para resolver nuestras discrepancias, cuando la lección histórica nos indica que nunca, o casi nunca, ha sido así.
Los humedales son importantes, nadie lo niega y atraviesan todas las estructuras naturales de nuestro país. Prácticamente no hay ámbito natural que de manera permanente o transitoria no esté enriquecido por uno de estos espacios, caracterizados por una alta biodiversidad y por la generación de servicios ambientales relevantes para los sistemas productivos inmersos en ellos o en su entorno a escala de paisaje.
La Argentina tiene una gran diversidad de normas ambientales, el problema principal es que no se cumplen o lo hacen parcialmente. Un buen ejemplo es la Ley de Bosques Nativos, una norma importante que surgió en un momento de crisis evidente por ampliación exponencial de la frontera agropecuaria, pero cuyo cumplimiento se vincula estrechamente con un Fondo, al cual el Gobierno Nacional (independientemente del palo político) ha aportado anualmente en los últimos 10 años, no más de un 5% de lo que debe por ley aportar. Un fondo significativo por cierto, pero muy inferior a los compromisos asumidos al momento de sancionar la norma, destinado no a compensar al titular del recurso sino a mejorar su provisión, y deficientemente gestionado a nivel provincial. Todos elementos que sin duda afectan la seriedad de la misma y su cumplimiento efectivo, como la justa retribución a quienes pierden derechos adquiridos previamente. En términos porcentuales la sociedad, particularmente el sector productivo ha cumplido con esta Ley de Presupuestos Mínimos en más del 95%en los últimos 10 años (desmontó 0.6% de la superficie total en “Rojo” y 2.7% de la superficie categorizada “Amarillo”), valores de cumplimiento considerablemente superiores al cumplimiento del propio Estado.
A mi modo de ver las leyes o el marco normativo debe surgir cuando hay un acuerdo entre las partes en cómo definir una cuestión, o por el contrario luego de un camino transcurrido sin llegarse a un acuerdo. En ambos casos el Estado decide intervenir y zanjar, mediante el Congreso, las coincidencias y/o diferencias irreconciliables. Me da la impresión que ninguna de estas instancias se ha cumplido, porque básicamente nunca se ha discutido nada entre los diversos actores e intereses que conviven en un territorio definido, con o sin humedales. Lo que falta y es muy necesario es DIÁLOGO y no leyes que profundizan la grieta entre quienes deberían estar trabajando juntos: productores y ambientalistas.
Recorreré algunos ejemplos que en midilatada (por el tiempo transcurrido) carrera profesional me he visto involucrado, en esto de asociar a los humedales con el quehacer humano en el Norte Grande de Argentina:
- Turismo y Conservación en el Iberá. La provincia de Corrientes pionera en estos temas declaró en el año 1986a 1.3 millones de hectáreas del humedal más importante de Argentina como “Reserva Natural Iberá”. Ello incluía 600.000 ha de lagunas y esteros de Dominio Público y 700.000 ha de tierras privadas. No necesitó ninguna ley nacional para hacerlo, sólo el convencimiento de la importancia del área, hoy un emblema del ecoturismo o turismo de naturaleza que por cierto incluye a muchas familias otrora campesinas o empleadas de establecimientos agropecuarios. Paradójicamente, hoy Corrientes se opone a esta Ley de Humedales, porque asume que esta norma está destinada a complejizar una cierta armonía entre los sistemas productivos correntinos y la preservación de la biodiversidad, generando antagonismo donde es necesario que haya cooperación.
- Producción, humedales y biodiversidad en el NOA. El cultivo de la caña de azúcar en el noroeste argentino exige agua para riego y para hacer funcionar la agroindustria asociada. Esta actividad ha sido por mucho tiempo la principal generadora de empleo regional y también la impulsora de importantes iniciativas ambientales asociadas a proteger las cabeceras de las principales cuencas hídricas del NOA. La dinámica del uso del agua implica a los humedales como purificadores pasivos del tratamiento final de los efluentes industriales, y ello implica a su vez la conservación de grandes espacios muy ricos en biodiversidad integrados a la dinámica productiva. Los humedales en estos casos son utilizados y conservados. La Ley propuesta iría contra este tipo de vínculo positivo y sustentable, donde la actividad productiva se hace cargo de preservar el entorno natural del que depende y que utiliza.
- Humedales y forestaciones, un camino convergente. En el Delta del Paraná se desarrolla el segundo núcleo forestal de Argentina, el cual aprovechando la dinámica hídrica de este espacio basa su producción en especies arbóreas de rápido crecimiento como sauces y álamos, especies exóticas ideales para la producción de pasta de papel y otros usos. Una de las empresas radicadas en esta zona ha obtenido la certificación de “Preservación de Servicios Ecosistémicos” otorgado por las exigentes normas internacionales del FSC, justamente produciendo, utilizando el humedal con especies arbóreas exóticas. Pero ligado a esta producción han tomado la responsabilidad de proteger un espacio importante de este humedal y su especie emblemática (ciervo de los pantanos). De las 10.400 has incluidas en esta certificación, 9.800 has son productivas y sólo 600 has son estrictamente silvestres. Este humedal sin duda le da vida a un sistema productivo que es el garante de su preservación y no necesitamos para ello una ley destinada a separar lo productivo de lo ambiental.
- Sistemas ganaderos y conservación de humedales. En la provincia de Formosa se encuentra uno de los humedales más grandes de Argentina considerado una de las “7 Maravillas Naturales de Argentina” y “Reserva Provincial de Recursos Hídricos”. Sus casi 500.000 ha que anualmente son “bañadas” por las aguas del río Pilcomayo, que a esta altura pierde su cauce, es una de las áreas de mayor concentración y diversidad de aves acuáticas del país. En la época de la inundación (abril-agosto) reina la naturaleza, exuberante y diversa. Cuando las aguas se retiran (septiembre-diciembre) los pobladores criollos introducen su ganado que se aprovecha de las pasturas (a veces implantadas) que se desarrollan abundantes por los suelos húmedos y limosos. Esta interacción (que incluye el uso del fuego) es también la causante de uno de los más impresionantes cambios a nivel de paisaje donde decenas (o centenas) de miles de hectáreas de pastizales se han transformado en los últimos 100 años, en bosque, derivado directamente de la intensa actividad ganadera. Este paisaje hoy boscoso, es el lugar de vida de miles de familias de criollos y aborígenes, que en este espacio se sienten parcialmente seguros gracias a las obras de infraestructura (bordos, terraplenes y dragados) que restringen al máximo posible el potencial de inundabilidad de las aguas del Pilcomayo. Todas situaciones que serían contrarias al espíritu de la Ley propuesta, pero acordes al espíritu y necesidades de quienes viven en estos territorios.
- Las vegas de la Puna. Estos humedales en buena medida son manejados con uso ganadero. Han sido el asiento de las poblaciones humanas por unos 10,000 años y estas poblaciones humanas no solo han convivido por ese tiempo sin que hubiera visibles procesos de degradación regionales, sino que por el contrario las mismas han sido manejadas por comunidades pastoriles por unos 2000 años con ganadería de camélidos. Adicionalmente, desde hace 400 años, las siguieron manejando, y aumentando su productividad de carne y lana, con la introducción de ovejas, cabras, caballos, burros y vacunos. Análisis realizados por el IER (Instituto de Ecología Regional CONICET-UNT) muestran que hoy, las vegas con uso antrópico tienen levemente más biodiversidad y más estabilidad ante fluctuaciones climáticas, que las vegas pastoreadas sólo por vicuñas. El mito de las pezuñas dañinas se derrumba…y parece ser que manejar el agua con canales y rotaciones de la herbivoría es más importante para la salud de estos importantes ecosistemas.
En este último caso, al ser comunidades aborígenes no las alcanzarían las limitaciones de una eventual Ley de Humedales, aunque sin embargo el ejemplo bien vale la pena para entender que estos ecosistemas vienen siendo utilizados por mucho tiempo, y más que concentrarnos en normas limitativas deberíamos aprender de los ejemplos de uso y conservación que nos brindan los territorios.
Estos ejemplos muestran que los actores territoriales pueden ponerse de acuerdo y hacer las cosas bien sin recurrir a normas destinadas en definitiva a incrementar las disputas territoriales, cuando la solución se encuentra en el análisis conjunto, con información técnica de calidad, con voluntad de buscar las formas razonables del uso del territorio, con las autoridades locales, generando las herramientas necesarias para la gestión del territorio a partir de necesidades que surgen del propio seno de estos espacios que sin duda, son de muy alto valor ambiental, social y productivo.